La relación entre documental social y de denuncia es compleja, y nos remonta a la relación que existe entre la noción del documental como documento social, así como testimonio y como testigo. En este caso, me concentro nada más en 3 experiencias puntuales para reflexionar sobre la potencia de denuncia y de transformación social en el documental, sin pretensión de abordar la vastísima historia que estos dos ejes suponen.
“Un hombre o un niño que se muera de hambre o de enfermedad en nuestros días no puede ser espectáculo que nos haga esperar a que mañana o pasado mañana, el hambre y la enfermedad desaparezcan por gravitación. En este caso inercia es complicidad; conformismo es incidencia con el crimen.” Santiago Álvarez
“En una realidad convulsa como la nuestra, como la que vive el Tercer Mundo, el artista debe autoviolentarse, ser llevado concientemente a una tensión creadora en su profesión. Sin preconceptos, ni prejuicios a que se produzca una obra artística menor o inferior, el cineasta debe abordar la realidad con premura, con ansiedad. Sin plantearse “rebajar” el arte ni hacer pedagogía, el artista tiene que comunicarse y contribuir al desarrollo cultural de su pueblo; y sin dejar de asimilar las técnicas modernas de expresión de los países altamente desarrollados, no debe dejarse llevar tampoco por las estructuras mentales de los creadores de las sociedades de consumo.” S.A.
Manifiesto por el Colectivo Los Ingrávidos (2014):
El imperio televisivo resuelve ideológicamente sus contradicciones a través de una ingente maquinaria propagandística. La estetización “neutra” de la inmediatez es el procedimiento generalizado por Televisa (Canal de TV de México) para formular y promover una imagen “autoconsistente”, totalitaria y “tradicional”. ¿De qué medios disponemos para desenmascarar la trasferencia y el encubrimiento de los conflictos y las contradicciones que la inmediatez “neutralizada” implica?
Convocamos pues a la ostensible degradación de la comunicación televisiva. Hacer inoperante cualquier mensaje “original” y “tradicional” a través de la inducción de distintas semiologías. Destituir el sentido de su discurso interviniendo la gramática de su lenguaje, inocular el des-entendimiento, el tartamudeo y la ecolalia. Hacer ilegible el contenido preferente que su perorata habría de comunicar.
Una estética generalizada por desquiciar:
Hay que destruir la pseudo-poesía, toda ella fallida, que el imperio televisivo reivindica.
Hay que destruir el ritmo de sus vacuos ralentíes.
Hay que destruir la horrible nitidez de sus cámaras millonarias. Hay que sincopar y desfasar.
Hay que sobreponer el ojo enfermo que soporta su colorimetría.
Hay que convertir en ruido su millonaria propaganda.
Hay que someter a continua destrucción la gramática audiovisual de Televisa Tradiciones.
Hay que demoler la inmediatez neutralizada que el frívolo romanticismo de sus imágenes suscita.
Hay que plantear la des(re)conexión sistemática de las imágenes y los sonidos.
“Cuando los gobiernos nos invaden con su enorme maquinaria de burocracia, guerra y medios de comunicación de masas, sentimos que la única manera de preservarnos es animando nuestro sentido de rebelión y desobediencia, incluso si debemos pagar el precio de la mera anarquía y nihilismo. Todas las ideologías públicas, valores y modos de vida deben ser puestos en duda, atacados”. – Jonas Mekas, 1962.